lunes, 25 de octubre de 2010

LOS EXCELENTES

Cuento de carácter social en la que el escribiente deja al descubierto la poca seriedad de algunos medios de comunicación que organizan eventos para premiar públicamtente a autoridades inescrupulosas y corruptas a cambio de un pago "por derecho de inscripción" sin importarles en absoluto que el ejercicio de fiscalización y control social es su verdadera función.

Autor: Lic. Adolfo Ruiz Zanabria
La vistosa tarjeta cuyo texto estaba escrito con letras doradas, invitaba a una pomposa cena de gala y había sido distribuida con dos meses de anticipación entre alcaldes, regidores y uno que otro burócrata del gobierno regional de Huancavelica. Esa misma tarjeta sería el pasaporte de ingreso a la referida cena, donde sin más preámbulos, los agasajados comerían rico y beberían harto en tanto eran premiados por el influyente diario “El Heraldo” con el nominativo de “EXCELENTES 2010 “en mérito a su honestidad, dedicación y esfuerzo a favor del desarrollo de nuestra región”.


I

Dicen que la noche estuvo espectacular el viernes 16 de julio en el salón de recepciones “Los Balcones”. Y es que a esa hora y en el mismo lugar, “El Heraldo”, conocido diario regional, otorgaba el premio "LOS EXCELENTES 2010" a personajes públicos y políticos huancavelicanos, porque –según el aludido diario- “con su trabajo, esfuerzo y dedicación habían contribuido con el desarrollo de Huancavelica".

Dicen también que esa noche la ficción superó a la realidad. Que increíblemente se galardonaron a oscuros sujetos que ocupaban cargos públicos a pesar de que arrastraban tras de sí el pesado lastre de la corrupción y la inmoralidad y que con sus extravíos y desvergüenzas habían asumido una impagable deuda con el pueblo que los había elegido.

Y dicen que en ese acontecimiento, la mentira y el fingimiento se vistieron de gala. Que los organizadores de ese evento se graduaron de adulones al expresar recargadas frases de elogio para quienes no se lo merecían, profiriendo palabras que lindaron con el éxtasis de la sobonería y la lisonja. Que entregaron decenas de estatuillas de falso oro, tan falso como los merecimientos de los “condecorados”, recordatorios que fueron entregados para alimentar el ego y la vanidad de quienes encontraron en esa ceremonia una catarsis a sus vicios e inepcias sociales.



II


Clodomiro Alvarado era un emperejilado alcaldito que gustaba vestir con saco y corbata. Poco le importaba la hora y el lugar si de lucir su ternito marca “imitación casimir inglés” se trataba. Había asumido la alcaldía de su pueblo en un arranque de “decisión política” como gustaba decir él, y desde entonces los famosos ternitos fueron sumándose uno a uno en su guardarropa personal conforme pasaban los días.

Al inicio de su gestión, fue saludado y reconocido por los vecinos de su pueblo, quizá porque veían en él al hombre que administraría los recursos municipales con sabiduría y honestidad. Conforme pasaron los días, la soberbia se apoderó del buen Clodomiro y tan lueguito nomás un oscuro aura empezó a desprenderse de su robusto cuerpo, halo que al recorrer las calles y plazas de su pueblo iba dejando una estela de energía negativa entre los habitantes. Y de a poquitos, sus electores se dieron cuenta que se habían equivocado en elegir a su alcalde y empezaron a verle con desconfianza y recelo: se había convertido en un individuo pícaro y corrupto.

Con la seguridad y autosuficiencia que da el poder cuando no existe un control social eficaz y oportuno sobre quienes asumen la representación de la ciudadanía, don Clodomiro Alvarado empezó a actuar con osadía e impunidad. Supo que el abc de la corrupción municipal era cobrar el diez por ciento de comisión a quienes se les favorecía en las licitaciones y adjudicaciones municipales y se preocupó de estar presente en todos estos eventos para asegurar el incremento de su billetera.

Con el tiempo se volvió un ducho en el arte del saqueo de las arcas municipales y cual experto artista, pincelaba cada uno de sus actos de podredumbre: sobrevaluaba costos, daba empleo a familiares en cargos municipales, inflaba vales de consumo, encargaba - a puertas cerradas- la ejecución de obras públicas a oscuras empresas constructoras, entre otras joyas; en tanto que, su patrimonio se iba incrementando desmesuradamente hasta hacerle pensar que tenía el suficiente dinero para postular con probabilidades a la presidencia regional.

El día que se enteraron que don Clodo había comprado a nombre del municipio un pequeño lote de terreno a precio muy por encima de su valor real nada más y nada menos que a su mismísima esposa, la indignada población se dirigió al local municipal para exigir que el alcalde explique tamaño despropósito. Pero él, conchudo como era, no quiso salir a esclarecer su decisión. Contrariamente, se encerró en su oficina y sin importarle las demandas de sus electores se puso a releer por enésima vez la tarjeta de invitación que le había hecho llegar “El Heraldo” anunciándole que sería proclamado “EXCELENTE 2010 en reconocimiento a su “honradez, creatividad, sensibilidad social y gran trabajo en beneficio del desarrollo de nuestra región”, y preguntó a su secretaria si ya había depositado al banco los mil quinientos solcitos, que el diario le exigía como pago por “derecho de inscripción” para acceder a tan “importante distinción”.



III


Cuando Patrocinio Huamaní recordaba su niñez le daban ganas de llorar. Había crecido en puna y sin zapatos y así creció hasta hacerse profesor de tercera y comprarse con su primer sueldito un par de zapatillas baratas y un buzo azul con las que iba a las comunidades altoandinas a enseñar a los niños no solo a “leyer y escrebir” sino también a comprender que si queríamos salir de nuestra pobreza, había que ser honrados, solidarios e íntegros en nuestros actos.

El profe Patrocinio era buena persona en sus épocas. Se decía que de niño un cohetón había reventado en su mano derecha durante las fiestas de Mamacha Concepción, mochándole tres dedos y dejando ilesos sólo el pulgar y el meñique. Por eso, sus colegas primero y sus alumnos después empezaron a llamarlo “el profe mochito”, sobrenombre que el buen Patrocinio aceptaba con resignación y buen humor. Su buen talante y la voluntad que le ponía a su tarea de maestro de escuelita rural le ganaron el aprecio de colegas y vecinos del pueblo y un día de esos en que sobran deseos y faltan ideas, a alguien se le ocurrió proponerlo como candidato a la alcaldía distrital en las próximas elecciones “porque es bien pata y además siempre está diciendo que no hay que ser corruptos”.

Patrocinio Huamaní fue elegido alcalde de su pueblo y desde entonces su vida cambió radicalmente. Las zapatillas baratas fueron reemplazadas por unos zapatos “tumbacerros”, de aquellos que siempre añoró tener y ahí nomás se desprendió de su inseparable buzo azul. Caballerito él, al principio pagó las deudas de cerveza y pensión alimenticia asumidas cuando todavía era “el profe mochito” y hasta visitó la escuelita fiscal donde había trabajado, llevándo galletas y caramelos a los niños que en algún momento habían sido sus alumnos. Pero eso sólo fue al principio.

Su falta de destreza en la gestión pública le hizo contactar con un abogadito desempleado que años atrás había sido alcalde de su pueblo, a quién nombró “su” gerente municipal acudiendo a su ingenua lógica de que por ser abogado y haber sido alcalde, el hombre tenía conocimiento y experiencia.

No estaba tan equivocado nuestro buen Patrocinio. El abogado sabía de gestión pública y era un experto en el arte de saquear el presupuesto público. Tan pronto el flamante gerente inició sus funciones le hizo el “mallichi” al alcalde: le entregó un fajo de billetes diciéndole que era el “cariño” de unos comerciantes a quienes les había asegurado que el municipio les compraría su abasto de trigo pelado para el programa del “Vaso de leche”.

A Patrocinio le gustó tanto el gesto que hizo del gerente municipal su empleado y amigo incondicional. Rápido aprendió de éste a sobrevaluar costos, a adjudicar obras al diez por ciento, a cobrar coimas y a recibir prebendas. Desde ese momento, “el profe mochito” ya no fue el mismo. Aprendió el abc de la corrupción con avidez y poco a poco fue apartando su presencia de los actos públicos y ya no saludaba a los vecinos como cuando era profesor.

La gente se dio cuenta que cobraba coimas y viciosas gratificaciones merced a las adjudicaciones y licitaciones que favorecía y empezó a cuestionar los pregones de honradez e integridad que tanto había difundido cuando aún era maestro. Su billetera empezó a engordar cada vez con más presteza y había que pedirle cita cuando se requería hablar con él. Estableció una oficina en la capital de departamento a la que Patrocinio llamó “oficina de enlace” para dar empleo a una ex profesora a la que hizo su amante. Sabedores de estas sinvergüencerías, sus colegas de magisterio acudieron a su inventiva:

“Qué será, que será…
Tiene mujer y no duerme en su casa,
No trabaja, pero tiene harta plata,
No tiene dedos pero tiene uñas grandes
Qué será, que será…”

El día en que el gerente municipal entró contento a la oficina del alcalde a informarle que ya había pagado los mil quinientos soles para que el diario “El Heraldo” lo distinga como “EXCELENTE 2010”, Patrocinio Huamaní estaba firmando la Resolución de Cese, a través del cual suspendía definitivamente de sus funciones al ingeniero Jefe de Infraestructura de su municipio, por negarse a “inflar” los costos de un estudio de saneamiento básico para su distrito.



IV


Rasgó, todo soñoliento, la envoltura del medicamento y tragó sin querer su tercera pastilla del día.

Celestino Mogollón tenía que tomar esos ansiolíticos tres veces al día para aliviar los punzantes dolores que sentía en la cabeza y muchas veces se había prometido viajar a Lima a someterse a un exhaustivo tratamiento médico “con el mejor neurólogo del país y de ser posible irme hasta Cuba, carajo!”.

Pero las diversas ocupaciones que como alcalde de su pueblo tenía, “no le daban tiempo para nada”.

Obsesionado, desde la campaña electoral, con asfaltar los 23 kilómetros de carretera que separan Yauli de Huancavelica, no perdía ocasión alguna para seguir ofertando esa promesa sin percatarse de que el magro presupuesto que recibía su municipio no alcanzaba para cubrir ni siquiera los estudios preliminares del proyecto. Terco como era, en el último cabildo abierto que se había realizado en la plaza del pueblo se vio obligado a proclamar nuevamente que esa carretera se asfaltaría de todas maneras durante su gestión, apenas notó que algunos pobladores empezaban a hacerle serios cuestionamientos por su ineptitud y falta de capacidad para conducir el gobierno local.

Pero eso era sólo una de las controversias en las que estaba enredado Celestino. Lo que más le preocupaba, era la denuncia por nepotismo que algunos vecinos de su pueblo habían presentado en su contra ante la Fiscalía Provincial, por haber contratado indebidamente a sus dos sobrinas como empleadas del municipio. Y eso intensificaba aún más su dolor de cabeza.

La tarde previa a la cena de gala y olvidando los punzantes dolores que sentía en su cabeza, el alcalde Mogollón se había encerrado en su despacho municipal para tomar unas cervecitas con el regidor Rigoberto Ronceros, su amigo y consejero. Argumentando que debían “mejorar su imagen con miras a las próximas elecciones”, ambos habían decidido aceptar la invitación extendida por “El Heraldo” y se habían apresurado a pagar los mil quinientos soles “por derecho de inscripción” que los organizadores habían tarifado para distinguirlos como “LOS EXCELENTES 2010”. Ahora sí, se decían entre sí, recibirían placas y diplomas que colgarían en la parte más visible del salón consistorial “y de paso nos tomamos unas fotitos para publicarlo en la página web del municipio, porque la gente debe saber que estamos chambeando duro por el pueblo, pe’ ”.



V


A nadie se le hubiera ocurrido pensar que el hombre de escuálida mandíbula y cadavéricos ojos era nada más y nada menos que el director de la Oficina de Planificación de Inversiones del Gobierno Regional de Huancavelica. Y a nadie se le hubiera ocurrido pensar que este hombre, de caminar cansino, avejentado rostro y hablar pausado era en realidad el rey de las trapacerías y un virtuoso en el arte de exprimir las arcas fiscales para beneficio propio.


Su alto cargo lo situaba en una situación ventajosa, pues, era el encargado de evaluar los estudios de pre inversión de cuanto proyecto se pensaba ejecutar en la región y de su decisión dependía si esos estudios eran aprobados o no. No era casualidad, entonces, que a diario se viera desfilar por su oficina a alcaldes distritales esperando –casi rogando- que sus perfiles técnicos sean aprobados para proceder a ejecutar alguna obra en su jurisdicción comunal.

El mismísimo día en que recibió la invitación formal de “El Heraldo” para ser distinguido como un funcionario “EXCELENTE 2010, el Ingeniero Brosmel Chuquiyauri, director de la Oficina de Planificación de Inversiones del Gobierno Regional de Huancavelica y virtuoso en el arte de exprimir las arcas fiscales para beneficio propio estaba conversando con el alcalde de Huanca Huanca, quién con voz llorosa le imploraba aprobar con urgencia su estudio de pre inversión a nivel de perfil para la construcción de un puente:


­ - Su perfil no aprobó la evaluación, señor alcalde…

­ - Por favorcito, pues, inge…

­ - Es que tiene 12 observaciones.

­ - Ayúdeme, pues, inge…

­ - Difícil, las observaciones son de índole ambiental.

- ¿Y cómo tengo que hacer, pues inge…?.

­ - Que tu proyectista levante las observaciones, pues.

­ ¿Y en cuanto tiempo más o menos me aprobará mi perfil, inge?

­ - Si tu proyectista subsana bien las observaciones, en unos dos o tres meses, y eso, con suerte.

­ - Es que necesito urgente mi perfil aprobado inge… máximo para una semana, inge… es que el congresista me va a conseguir el presupuesto para el puente, pero me exige que mi perfil esté aprobado y viable…

­ - ¿Una semana?, ¡imposible, estás loco!, no se puede, no se puede, no puedo aprobarlo en una semana… aunque…aunque, a ver, espérate un poco…¡ajá, tengo la solución!. Conozco a un ingeniero que trabaja por su cuenta y en un par de días te puede subsanar las observaciones y de un “papazo” lo aprobamos tu perfil. Es que es un “capo” en mitigación ambiental, pues…

­ - ¿Y cuanto más o menos estará cobrando el ingeniero “capo”, inge…?

­ - Te cobrará unos tres a cuatro mil solcitos, pero de solucionar, te soluciona el problema… toma su dirección y búscalo, pero no vayas a pensar que te estoy obligando a recurrir donde él, ah!...



VI


Dicen que la noche estuvo espectacular en el salón de recepciones “Los Balcones” de Huancavelica. Que en cada mesa hubo mantel blanco, cena para dos, champán, whisky, harta cerveza y una orquesta tropical que hizo mover hasta no poder el esqueleto de los agasajados. Que entre baile y baile, trago y trago, un rígido maestro de ceremonia de atiplada voz les entregó una pequeña estatuilla de bronce bañadas en oro de fantasía y un “diploma de honor” en cartón-cartulina a cada uno de los políticos y funcionarios públicos condecorados:

­- Seeeñoras y seeeeñores, el diario “El Heraldooo”, el diario que informa con la verdá, hace entrega del premio “LOS EXCELENTES 2010” al distinguido alcalde Patrocinio Huamaní, en mérito a su honesta y abnegada labor a favor del desarrollo del pueblo de Paucará y en público reconocimiento a su gestión edil limpia y transparenteeee…¡aplausos para nuestro honorable alcalde…!

­ - Gracias “siñor” periodista…je, je, je…


Dicen que esa noche, los alcaldes agasajados brindaron con champán y whisky y recibieron calurosas y “sinceras” felicitaciones de sus amigos y familiares a quienes habían invitado con dinero que más tarde deducirían de los “gastos de representación municipal”. Que olvidándose de sus inepcias y corruptelas, se vistieron con saco y corbata, comieron rico, bebieron mucho y bailaron hasta rayar el alba celebrando que el diario más importante de la región les había “reconocido públicamente su honradez y extraordinario trabajo en beneficio del desarrollo de Huancavelica”.

Dicen que en esa ceremonia Clodomiro Alvarado, Patrocinio Huamaní, Celestino Mogollón y Brosmel Chuquiyauri lloraron de emoción acariciando su estatuilla de bronce bañada en oro de fantasía, mientras se confundían en un concierto de roedores al que acudieron ratas, ratones y canguros.



Dicen que los periodistas de “El Heraldo” intercambiaron miradas de complicidad y se frotaron las manos calculando sus pingües ganancias, cuando concluyeron que más de cuarenta galardonados entre alcaldes y funcionarios del gobierno regional habían cumplido en pagar los mil quinientos soles exigidos como “derecho de inscripción” para ser considerados como “LOS EXCELENTES 2010” .

Y dicen que estos pícaros periodistas se las ingeniaron para hacer desfilar por el proscenio a la crema y nata de la corrupción huancavelicana, haciéndoles creer a esta bola de sinvergüenzas que estaban realizando “una extraordinaria labor a favor del desarrollo de nuestra región”. ¡Premio a la pendejada...!